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29 de octubre de 2012

Reflexiones desde la Tumba: Únete al Imperio (II)

Únete al Imperio: Cómo George Lucas nos la metió doblada (Segunda Parte)

Sí, estoy forrado. ¿Te mola?. A mi, más...
     Segundo round. George Lucas, padre de la saga galáctica más famosa de la historia (con permiso de Star Trek), es un señor que tiene 68 años y mide 1.67m. Si alguien cree que no impresiona tanto, deberíais ver su cuenta bancaria, que me imagino que es como leer en binario, un uno y detrás un montón de ceros. 
     Si en la primera parte echaba un ojo a los aspectos cinematográficos y argumentales de las dos trilogías, ahora repasaré las incoherencias y curiosidades de la ambientación e historia de la saga de Star Wars. Venga, saetas de reloj marcha atrás y nos remontamos a la primera trilogía (Episodios IV, V y VI)....

    La Galaxia (esa que es muy, muy lejana) vive bajo el yugo del dominio férreo del Imperio y sus icónicos Storm Troopers liderados por un malísimo Emperador Palpatine y su cruel mano derecha Lord Darth Vader. Pero en contraposición al tirano, una Alianza Rebelde se alza para romper las cadenas del imperialismo galáctico y recuperar los valores de la Antigua República, esa edad dorada que Lucas a través de un anciano Ben Kenobi nos muestra como una era más noble. Parece claro. Más que claro, cristalino. El fundamento de Lucas es evidente: Imperio, lo peor de lo peor. República, piruletilandia con extra de azúcar.
      Pero ese fundamento, al ser revisitado por George Lucas en la segunda trilogía (Episodios I, II y III), empieza a chirriar por todas partes. La República que nos muestra el Rey Midas jolibudiense de las sagas galácticas no es el país de las gominolas y el buen rollito que intenta vendernos. ¿Alguien recuerda el fundamento argumental del Episodio I? 

Me han salido las tetas hace 10 minutos,
pero ya gobierno un planeta entero...
     La Federación de Comercio (un organismo interplanetario que actúa al margen del Senado de la República) decide bloquear Naboo. ¿Por qué? Porque le sale de la entrepierna. Y la solución de la República es mandar a dos avezados Jedis para negociar con las partes, eso sí, advirtiendo de que las negociaciones serán cortas. Y vaya si lo son. Qui Gon Jin y su aprendiz Obi Wan Kenobi tardan 3,2,1 en sacar a relucir los sables de luz y montar un espectáculo circense con los droideka. Y sí, la culpa es de la Federación de Comercio, que tramaba un plan maligno. Pero los Jedis se meten de cabeza y con su actuación facilitan la invasión de Naboo, y mientras, el Senado ya se tomará su tiempo, se lo pensará y verá lo que hace en un ejemplo de lentitud adminstrativa digna de las peores Repúblicas bananeras. Mientras, en Naboo, el gobierno encabezado por una niña meona de quince años es el que toma decisiones sobre el destino de sus habitantes. Y yo que pensaba que Rajoy era un incapaz.... Pero ojo, que toma decisiones sobre la población humana. Pero esos no son los únicos habitantes de Naboo. Los autóctonos son los Gungan, una especie de sapos víctimas del exceso de esteroides afectos de dislexia que viven hacinados en la profundidad de un pantano de mierda y que no tienen ni voz ni voto en las cuestiones de gobierno de su planeta. Como mola la República, que permite que uno de sus planetas asociados pisotee a una de las razas que lo habitan. Eso sí, cuando Naboo se convierte en un campo de batalla en la que un ejército de droides de la Federación de Comercio va a darle pa'l pelo al ejército de Amidala, los Gungans sí resultan ser valiosos aliados para que sean exterminados en el combate.

Tatooine, ciudad de vacaciones
     ¿Y Tatooine? En los Episodios IV, V y VI, con el Imperio en auge, el planeta parece una Torre de Babel multiracial en la que razas dispares parecen convivir en relativa calma. Pero durante la época de la República (los primeros Episodios) Tatooine es un planeta en el que se permite el esclavismo y el comercio de personas. ¿O alguien ha olvidado que Anakin y su madre son esclavos? Eh, y la República lo considera bien visto. Hasta los Jedis lo aceptan y el mismo Qui Gon Jin se las ingenia para liberar a Anakin, pero separándole de su madre y dejando a ésta abandonada a su suerte como esclava. Lo mejor que le puedes hacer a un niño 6 años.
     ¿Y Jabba The Hutt? En la gloriosa República, esa babosa y su prole presiden las carreras de vainas con el beneplácito de una población embrutecida que no se plantea cómo puede practicar esa peligrosa y mortal actividad un niño de 6 años. Genial. Un mafioso traficante corta el bacalao en una de las principales ciudades del planeta, se permite el esclavismo y se mira hacia otro lado si los niños de convierten en puré de garbanzos estrellándose con una vaina.
     Por lo menos, con el Imperio, Jabba ha pasado a ser un mafiosillo escondido en un agujero. Igual a los Strom Troopers que se pasean por Mos Eisley no les mola que un terrateniente mafioso campe a sus anchas.

Como les estalle la burbuja inmobiliaria, lo van a flipar...
     Por último, vamos de paseo por Coruscant. El planeta-megalopolis capital administrativa de la Repúlica, sede del Senado y el Consejo Jedi. ¿Cuánta pasta se han dejado en construir esos mastodontes arquitectónicos? Porque la sede del Consejo Jedi no ha costado un par de cientos de dactarios de la República. ¿Eso cómo se financia? Ah, sí, explotando niños esclavos en Tatooine....
     El Coruscant de los primeros episodios (sobretodo II y III) nos muestra un planeta con muchos contrastes. Delincuencia, asesinos a sueldo, barrios poco recomendables, inmigración a mansalva (recordad los espaciopuertos) y normas de tráfico ausentes (esa persecución de Obi Wan y Anakin del Episodio III). Pues que bien. República de planetas oé, oé, oé....y la propia capital parece Dodge City en la época de Wyatt Earp. ¿Y qué hacen los Jedis? Pues lo justo. Reunirse en el pedazo de salón con vistas de su palacio y discutir sobre el sexo de los midiclorianos. 
     Y el Senado, el organismo representativo de la República y del gobierno, no deja de ser el ejemplo evidente de lentitud administrativa, de incapacidad para la toma de decisiones y, en general, de incompetencia e inoperancia. Su relación con los Jedis, el único cuerpo destinado al control y a dispensar justicia, es, cuando menos, extraña. Senado y Consejo son independientes y cada uno hace un poco lo que se sale de ahí. Y es que a pesar del ideario de paz y justicia de los Jedis, lo que Lucas nos muestra es a un montón de señores de gatillo fácil (para el caso, de sable de luz fácil) que acostumbran a dirimir diferencias a espadazo limpio. Y luego les preocupa que el Lado Oscuro les pueda atraer... manda narices.... Lo dicen los Jedis que exterminaron (textualmente, lo dice Yoda) a los Siths. No les vencieron, encarcelaron o desterraron allá donde los midiclorianos perdieron el gorro, no... los exterminaron tal y como hace cualquier civilación avanzada y pacífica. Sí señor. Con un par. Y luego la albóndiga verde viene con discursitos moralistas.

Para lo que hacéis, mejor mando yo...
     El Senado, con toda la trama política que Lucas muestra en los primeros episodios de la saga, queda bastante mal parado. Todo se basa en influencias, amiguismos, representantes corruptos, lentitud administrativa, palos en las ruedas de la toma de decisiones, etc. ¿Alguien se acuerda de que antes del ascenso de Palpatine habia otro Canciller Supremo? Tarsus Valorum. ¿Os suena? Pues ese fue uno de los que metió la pata hasta el fondo. ¿Dónde está la época noble y feliz de la República?
    En teoría, el Senado Galáctico era el lugar en el que los senadores, representantes electos y designados de toda la República Galáctica, discutían problemas importantes y tomaban decisiones. La Constitución Galáctica investía al Senado con el poder para regular el comercio, mantener mapas de las rutas hiperespaciales de la Galaxia y controlar las fuerzas armadas de la República (sí, los jedis, y después el ejército clon). Después de la Reforma de Ruusan una gran cantidad de poder se le quitó al Canciller Supremo para otorgarlo al Senado, que aunque resultó en un mayor compromiso regional en las políticas galácticas, también incrementó la corrupción. Antes del comienzo de las Guerras Clónicas el Senado era controlado por las corporaciones. La mayoría de los senadores en la época de la Invasión de Naboo eran corruptos, cambiando de afiliación según sus propios intereses. Finalmente, a través de una serie de reformas que respondían a la amenaza Separatista, Palpatine pasó a controlar al Senado como un titiritero. En el tiempo del Imperio, el Senado Galáctico era conocido como el Senado Imperial. Sin embargo, este Senado casi no tenía poder, y a sus miembros se les desalentaba a no estar de acuerdo con los deseos del Emperador. Inmediatamente antes de la Batalla de Yavin, Palpatine oficialmente disolvió el Senado Imperial. 
     Así pues, ese sistema utópico que nos vendía Lucas con la República, no dejaba de ser un avispero, un nido de víboras en el que la corrupción estaba a la orden del día y eran las corporaciones (un ejemplo es la Federación de Comercio) las que lo hacían bailar al son de su música. Por lo menos, el malvado Emperador, acabó con una lacra administrativa que no era representativa de los pueblos, sino de los intereses de unos pocos.
     Y es que un Senado que depende de unos monjes con sables de luz que fundamentan su código de conducta en escoger a sus miembros según la pureza de su sangre (concentración de midiclorianos) y en aplastar cualquier intento de sedición por la fuerza no puede funcionar. ¿Quieres separarte de la República? Pues te reviento. Pero lo peor es que ni siquiera se dan cuenta de que el problema lo tienen dentro; con un Jedi que a la chita callando encarga un ejército clon que vale una fortuna, y sin que nadie lo supiera (ejército clon que, por cierto, cuenta entre sus efectivos con tropas que no aciertan con un disparo ni a un elefante en un pasillo de dos metros de ancho); o con un Jedi oscuro a medio metro que se dedica a conspirar para tomar el poder e instaurar un gobierno totalitario sin que nadie sea capaz de detectarle, ni siquiera el todopoderoso Yoda.

Conclusión: Lucas nos vende la moto, el perrito piloto y el duro sevillano y se queda tan ancho. Donde dijo blanco, es más bien gris.Y donde dijo negro, dejémoslo en marrón. El Universo de George Lucas hace aguas por doquier; las películas, alma mater de toda la saga, tienen tantas incoherencias que se hace difícil justificar su valor como muestra del buenhacer cinematográfico. Y lo mejor de lo mejor es que tras hacer las versiones digitales para reforrarse aun más, George Lucas anuncia ahora que va a hacer otra visita a la hexalogía para recauchutarla al 3D y reestrenarlas en ese forato. Yupi. O no. Y es que Star Wars es sinónimo de dólar. Y en ganar pasta, Lucas es un verdadero artista. Cine, lo que es cine, poco. Y como escritor, es un mediocre de la ostia; pero mira, tiene una flor tatuada en el culo y ha aprovechado el tirón.
      A modo de detalle, Lucas solamente ha dirigido 6 películas en su vida: THX-1138 (un proyecto más experimental que otra cosa), American Graffiti y los Episodios I, II, III y IV de Star Wars. En todo lo demás (Indiana Jones, por ejemplo), se ha dedicado a producir y a colaborar con el guión. Steven Spielberg, por contra y como ejemplo de director famoso, ha dirigido 31 películas. 

Sobre Star Wars como juego de Rol: Supongo que ya sabéis que FFG se ha hecho con los derechos de la franquicia de George Lucas para desarrollar una línea de juegos de cartas coleccionables (LCG), juegos de figuritas de combates espaciales con naves (también en plan coleccionable) y una nueva versión del juego de Rol. Estos de FFG son los mismo que han convertido Warhammer Fantasy en ese inacabable sacacuartos por entregas. ¿Alguien adivina que van a hacer con Star Wars? Pues sí. El modelo de "te lo vendo por entregas" y así te gastas el triple se pone de moda. George Lucas debe sentirse orgulloso al ver como su conducta mercantil y abusiva gana adeptos en todo aquello que huele a Star Wars.
     Si estáis intersados en saber por dónde os van a desangrar, echad una ojeada a esta entrada del blog El Círculo de Zerom, que lo expone todo clarito, clarito...

Enséñame la pastaaa....